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John con un fusil en la mochila

De José Manuel Molina

 

Cogió su fusil y disparó la palabra, impactando en las mentes cerradas, vacías, sin alma, que, cuando pueden, se evaden hacia mundos insólitos. El dueño del fusil era capaz de ir allí y regresar sano y salvo, pues sabe pensar y reflexionar sin que su mente quede hecha trizas por los lamentos del contexto en el que le tocó vivir. El resto de individuos observaban atentos su andar, su caminata. Mientras, las nubes negras, que solían permanecer en lo más alto, esperaban a que aquel señor pasara para, así, poder lanzar la lluvia contra él, intentando destruir su alma, que había resistido todas las desidias del mundo pensante y coherente. ¿Qué se necesita? Solo una idea y la palabra. A partir de ahí, todo llega.

 

En cuanto la masa, que en realidad es un conjunto de individuos que actúan solos en el mundo, se disperse hacia las orillas del abismo, John cogerá su fusil y disparará ideas contra ellos, que estarán empezando a darse cuenta de que no necesitan tanto para tenerlo todo, solo una pizca de verdad desde una visión rebelde pero feliz al mismo tiempo. Si no, solo quedaría el amargor en nuestra sangre, y eso no lo quiere nadie, o, por lo menos, nadie debería quererlo, por mucha necesidad de afán de pobreza existencial que requiera. Después de la idea, llegó la palabra. Esta se hizo paso con gran fervor entre la multitud, que esperaba a un líder, un soberano, una persona astuta que pusiera los puntos sobre las íes, que llenara de ilusión a la muchedumbre, que estaba repleta de podredumbre, pues tantos años de lumbre en sus carnes habían dejado calcinadas sus ganas de volar, que estaban intentando salir para respirar el aire limpio que sale desde la montaña, una montaña grande que contempla, sin hacer alusión a ninguna serie animada, a un pueblo que se mata por saber quién es el más prestigioso, el más guapo, el más listo, el más alto… 

 

Cambio de tercio. Ahora me dirijo a ti, lector, que pasas horas y horas delante de la pantalla de un móvil o de un ordenador esperando a que ocurra algo insólito en tu vida, algo inimaginable. Que ya lo sé, que te montas tus historias, que crees que eres el protagonista de la película y que, por lo tanto, todo gira en torno a tu persona. Acabo de definirte. Lo he hecho porque me apetecía, no busques otra explicación, gracias. Tampoco le busques sentido a los dos primeros párrafos de este texto porque no lo tienen. Lo único que necesito es que fluyas con el texto. Hazme ese favor y sé partidario de mi propia evasión. Las palabras que ves están saliendo solas, casi a la misma velocidad a la que estás leyendo este artículo. Te pido que disfrutes y que continúes. No hagas fuerza con la mente para buscar una finalidad o un mensaje encubierto en este artículo. No reflexiones, tampoco te lo pido. Solo lee. Sumérgete entre las palabras como si no fueras a salir de ellas jamás. Ponte una buena canción de fondo. Algo de música clásica o la banda sonora de una película de culto. Siempre ayudan a relajarte y a disfrutar. Sin gastar energía. Yo, ahora mismo, mientras escribo esto que parece que sigues leyendo, estoy escuchando “Claro de Luna”, de Beethoven. Me tranquiliza y me hace alejarme por un momento de la realidad. Huyo de la miseria humana, de la destrucción, de la guerra que veo por la televisión, de las mentes vacías, de las personas sin alma, de la falta de verdad y del imperio de la mentira. Mira, ¿no me ves? Estoy flotando en tu habitación. Voy deprisa, como si hubiera sido disparado por una escopeta. Qué bonito. La inmensidad del tiempo. Parece que todo acaba. El único que se libra es el tiempo, pues es eterno, o eso parece al menos. Te imaginas que el tiempo no existiera. Si el tiempo no existe, la vida tampoco. Esta solo puede desarrollarse en un lugar. Y ese lugar es, sin duda, el tiempo. 

Qué maravillosos son los lugares, tanto los físicos como los imaginarios. El tiempo es imaginario, así que tampoco puedo afirmar su existencia en este mundo porque no lo he visto jamás. Por esa regla de tres, debería empezar a negar la existencia de cosas como la paz, la buena fe humana, los valores o, incluso, el propio Dios.  Pero creo que es hora de acabar y de regresar. Ya está bien por hoy. ¡Me voy a la realidad! ¿Ves? Estoy bien. Acabo de llegar de un mundo insólito y no me ha pasado nada. Soy un gran viajero. ¿Llevo todo en la mochila? Sí, no se me ha olvidado nada, aunque, si se me olvidara algo, me daría igual. Ya no tengo nada que perder. Lo único que me queda es mi propia persona y este viejo fusil que guardo en mi propia mochila. Fusil, no me faltes nunca, enserio te lo digo. No te entretengo más, ya es hora de dormir. ¡Ah! ¡Espera! Se me ha olvidado presentarme. Me llamo John, encantado de conocerte.

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La sociedad, la felicidad y yo

De Un diferente infeliz.

 

Raro. Raro es el adjetivo más utilizado por los que me conocen para describir mi manera de ser, de pensar y de actuar. Raro, extraño, extravagante, peculiar, curioso, inusual o fuera de lo normal son algunas de las expresiones más utilizadas para describir mi apoyo incondicional a la legitimidad al trono de Don Carlos de Borbón; para describir la existencia del mítico superhéroe Capitán España o del pedófilo usuario de Club Penguin, Paco Pedófilo; de mi uso de vocablos propios de un lenguaje que no podría definirse de ninguna otra manera que no fuera pedante; de mi apoyo a las teorías reptilianas, de nuevos órdenes mundiales que interactúan con entes extraterrestres, intraterrestres o interdimensionales que intentan dominar el mundo a través de este sistema; de mi gusto por las canciones cantadas o dobladas por artistas cuyas edades oscilan entre los 11 y los 74 años (véase Ariann Music o Raphael); y finalmente, pero no menos importante, de mi rechazo, inconformismo y desagrado con la sociedad superficial, consumista e insensitiva en la que estamos sumergidos y que, sin duda alguna, continúa expandiéndose perturbando las mentes de los más jóvenes y que, siento decir con mucho desánimo, no creo que pueda extinguirse jamás.

 

Diferente. Diferente, especial, loco, único soy. 

- ¿Único? 

- Tristemente sí. 

- ¿Tristemente?

Tristemente, desgraciadamente, desafortunadamente, como usted quiera llamarlo. Tristemente porque, porque… porque no me importa lo que la gente piense de mí, de cómo actúo o de cómo pienso. Sé que lo que hago lo hago con una finalidad última y enmascarada: ser feliz.

 

- ¿Pero acaso no es feliz la gente que piensa diferente a usted porque yo los veo sonreír, divertirse, llorar de la risa, bailar, cantar, besarse, amarse…

No, no lo es – amarse dice, sonrío con mis propias ocurrencias (o delirios, si quiere usted tratarme de loco antes de haber acabado tan siquiera con el infinito pensamiento que estoy plasmando aquí en unas cuantas líneas).

 

No, no son felices porque su felicidad es tan solo un falso estado ánimo que se basa y apoya en una suma de farsas de conveniencia e interés, de sentimientos que no hacen honor a su nombre (pues casi nadie siente de verdad ya), de gente que nunca se pregunta ya o que no habla consigo mismo, de gente que ya no entrega su corazón.

 

Eso último, mejor ahorrárselo, pero total, qué voy a saber yo si apenas tengo 18 años recién cumplidos y aún no me ha pasado nada que incluya la palabra amor en su definición.

 

Demasiado pienso yo estas cosas, demasiado sueño me ha quitado estas sandeces, demasiado he perdido ya por creer en que esta sociedad enferma podría tener cura. Mucho me temo que la enfermedad es incurable y que su muerte está sellada. La única forma de librarse de la enfermedad es salir de la propia sociedad. Despertar, renacer y volver a reencontrarse con uno mismo fuera de ella. Y no lo digo tan solo a nivel social, sino también a nivel político y económico. Porque demasiada buena fe se ha puesto ya y sus resultados no han llegado mas que a “cambiar” (si es que se ha llegado a hacerlo) a un nivel muy particular, muy lejos del nivel global que tanto me interesa.

 

Necesitaba ordenar mis pensamientos y, aunque me he dejado muchos detalles en el tintero, este es, a grandes rasgos, mi pesimista pensamiento que no tiene la intención de absolutamente nada más que reafirmar mi particular ideología. Si alguien (más lejos de aquellos de aquellos que sé que van a leer esto) llega a terminar de leer mi escrito y reflexiona sobre él mismo, espero que empiece a pensar de verdad cuál es la verdadera felicidad y, aunque estoy seguro de que el 99,99999% de vosotros no incluyáis jamás ninguna de mis disparatadas ideas de seres de otros mundos, deseo de verdad que los dos nos refiramos a la misma felicidad cuando hablemos de ella partir de ahora.

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ANDY'S WORLD

De Ana Sfasie

 

Andy's world es un blog creado por una de nuestras compañeras de Socuéllamos, Andrea López. 

 

Andrea es una gran aficionada de la moda, lo que la inspiró para crear, tal como dice el título, su mundo lleno de tendencias, consejos e incluso sus propios pensamientos.

 

Dicho blog dispone de actualizaciones cada poco tiempo, por lo que no hace falta esperar mucho para conocer las nuevas modas que aparecen cada semana. 

Por otro lado, Andrea nos deja atónitos con fotografías sacadas por ella misma, que reflejan los estados de ánimo y pensamientos que la blogger tiene. 

Sus referencias abarcan distintas fuentes como páginas de web generalmente sobre moda, además de sitios muy conocidos internacionalmente como Vogue o Glamur. Las palabras propias de la blogger son : "¡No me canso de ver moda! Podría pasar horas y horas en el ordenador".

 

Y es exactamente esto lo que nos deja ver a nosotros: un blog al que se le dedica tiempo y esfuerzo, demostrando que no es tan solo un hobby para ella, sino un proyecto muy importante que le ha servido de vía de evasión y aprendizaje. -"Me ha enseñado a seguir mis sueños sin importar lo que piensen los demás, a valorarme a mi misma y a seguir adelante y eso es con lo que me quedo." -"Gracias al blog he aprendido mucho tanto a nivel informático como a mi evolución y caracterización de mi estilo actual, además de que me ha ayudado a tener una mentalidad más abierta y tolerante."-

 

Un tema importante del que hablar en  el blog es sobre como todos tienen derecho a aprender sobre moda, poder expresarse mediante las prendas, y el hecho de que nada depende de tu situación económica ni física. Uno debe aprender a amarse tal como es sin importan la opinión de los demás, y no fingir ser alguien que no es. 

 

Andrea ve este proyecto como una visión de futuro, y nos alegra saber que los sueños de aquellos que los siguen intensamente llegan poco a poco a cumplirse.

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Tremendos

De Ramón Castro

 

Vivo en un edificio tremendo. Todos los días me cruzo con Rodrigo y Mario, los inseparables vecinos del primero, alegres, siempre con una sonrisa. En la puerta, los espera Marius, un tipo grande. Noble. A Roberto, incombustible, me lo encuentro normalmente en el portal, junto con el nuevo inquilino del ático C, un tal Fernando, un tipo escurridizo, aunque de fiar. Las vecinas del segundo B, Ainoa y Laura, andan a las suyas mientras la Santísima Trinidad, María, Paloma y Patricia, se ríen bajo cuerda de la última trastada de un tal Juan que, despistado, había quedado con María Luisa hace dos horas para ver el piso tercero que alquila un tal Chema, propietario de varias fincas en el edificio. Un tipo adinerado, dicen. Sal y algo de perejil ha venido a pedirme la nueva del quinto. Bily se llama, por lo visto. Algo tímida, venía acompañada de María, la chica de la familia del tercer piso, muy maja. Eso sí, cuando salía esta mañana por el portal, me ha dicho Carmen que tenemos un nuevo vecino en el sexto A, un tal Jesús, que aún no hemos podido catalogar. Lucía, la compi de Carmen, dice que parece majo. Será porque ha hecho buenas migas con las del segundo tercera, Rocío y Laura. Por cierto, Laura’s se tenía que llamar el edificio, que para eso tenemos otra más. La del cuarto, Laura, majísima. Va a lo suyo y siempre tiene buenas palabras cuando coincide contigo en la escalera. Como Nuria, que compró el quinto C hace dos años y nunca esconde su sonrisa, fabulosa. Lo dicho, un edificio tremendo. De los mejores en los que he trabajado. Lo dice el conserje, que los ve pasar a diario durante los dos últimos años. Un servidor, Ramón. Y a estos, mis vecinos queridos, les deseo lo mejor para siempre. Que lo sean, porque son tremendos.

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Examen

De Ramón Castro

 

Entre aburrida y cansada, con un toque de inseguridad y la ausencia completa de esperanza. No tiene nombre, pero es una buena aproximación de la cara de alguien que hace un examen sin estar muy convencido de lo que escribe. Es el examen inverso. El mismo que comienzas por la pregunta tercera, dejando un espacio razonable para las cuestiones primera y segunda y que esperas completar tan pronto como acabes con lo que sí recuerdas. Una frase más, para convencerlo, te dices a ti mismo mientras animas al bolígrafo a llegar hasta el borde del folio. Venga, vamos, escribe, maldito Pilot. Al paso que va dejando caer su tinta azul, te acuerdas de aquel día en el que todo lo sabías. O del colegio, donde el cuento era otra cosa, donde el lápiz era siempre protagonista de momentos gloriosos. Y deambulas por aquellos recreos en aquel patio, volviendo a oler a goma Milán, a escuchar el sonido de la comba azotar el cemento una y otra vez, a tener el pelo de la cabeza empapado de sudor porque has corrido detrás de todos los balones del mundo. Joder, eso sí que me gustaba.

 

Afortunadamente, el Pilot sigue su marcha. Poco a poco, va consiguiendo completar los huecos. Las frases son recurrentes, las palabras dicen lo mismo de varias formas pero consigues inundar todo lo de blanco. Tiene que tragárselo, piensas. Yo lo haría ¿Qué más le dará? Lo miras. Está ahí, a lo suyo, sin empatía alguna por su parte. Le damos igual. Cuando sea mayor, no seré así. Ahora que me mira, vuelvo a chequear el trabajo de mi Pilot. Me falta el nombre. Ha quedado bien. Total, para lo que había estudiado.

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El viejo J1407

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Y que se le acabó el salfumán

De Ramón Castro

 

Vivo en un desagüe. Hace años me atreví a asomar la cabeza y fue entonces cuando pude saber que vivo en un desagüe de lavabo. Sé que no es gran cosa, que los hay mejores, incluso menos húmedos y fríos, pero esta es mi casa y todos los días intento mantenerla limpia de impurezas. Las horas difíciles son las de la mañana, a eso de las siete y media, cuando el ser abominable que habita el mundo exterior vierte sus desechos sobre mí. Cuando escucho sus pasos, me pego a una de las paredes y evito ser arrastrado por la corriente de agua que cae desde el techo de metal agujereado. Otras veces, si hay suerte, el ser expía sus culpas en el lavabo de al lado, deshabitado desde que yo tengo uso de razón.

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Bajo el manto del olvido

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Ecos del desván

De José Manuel Molina

 

Soñaba con regresar a aquellos tiempos en los que la inocencia reinaba. Cuando sonaban las campanas que anunciaban la media noche, los anhelos aterrizaban en su mente, despertando fuertes luces de nostalgia y añoranza por aquel pasado insigne. Mientras su aliento, parecido a la brisa que surge de una ventana entreabierta, salía por el orificio de sus labios, el cuerpo del sujeto reposaba en la cama, esperando a que aquel aluvión de deseos cesara. No lo hizo.

 

Los juguetes ya no estaban esparcidos por su habitación como antaño. Ahora se encontraban arriba, encerrados en una cámara escondida en el desván de su hogar. Probablemente, aquellos cachivaches eran modelos ideales para él y para muchos otros niños que vivían en diferentes partes del mundo. Uno de ellos tenía grabado un escudo en forma de pentágono sobre el pecho, mientras que otro, bajo su negra capa, dejaba entrever un murciélago adherido a los tejidos grises que cubrían el plástico del que estaba fabricado. Las figuras se organizaban en escala. Primero, las más grandes. Luego, las medianas. Y, por último, las más pequeñas. Sin duda, las favoritas de él eran las medianas, ya que eran más bonitas y, por supuesto, más fáciles de manejar. 

 

Los juguetes estaban vacíos, pero ya se encargaba él de darles forma, proporcionando a cada uno de ellos un papel para la función que iban a representar. El de la capa negra será el héroe oscuro, valiente y luchador, mientras que el otro, el del traje verde y morado, será el malvado villano que ha secuestrado a la chica. Los clichés eran evidentes. Pero lo importante era la evasión del mundo cotidiano. Un mundo donde no había modelos de referencia. Los únicos referentes se encontraban en las palmas de las manos de los niños y en la ficción de la televisión y del cine.

 

Por desgracia, a medida que el niño cumplía años, sus referentes tradicionales se esfumaban y se convertían en personas reales de carne y hueso. La realidad empezaba inundar su mente y su espíritu. Los ejemplos a seguir eran seres grotescos y despiadados, pero, de una forma u otra, los niños, que se habían convertido en adultos, los adoraban e idolatraban obedientemente. 

 

Ahora, impregnado por la negatividad de lo real, ansiaba regresar y retomar sus modelos del pasado. El problema es que esto solo lo podía hacer en sueños. En el momento en el que se despertaba, la realidad, con gran fuerza, le golpeaba en la cara. Esa realidad le obligaba a seguir a aquellos referentes infames y desalmados. 

 

Por suerte, queda el recuerdo. El recuerdo de un niño que, con gran imaginación, soñaba con salvar al mundo y acabar con los villanos que secuestraban a la chica. Recuerdos que vienen cada vez que sube al desván de su casa. Recuerdos que aparecen cuando los sueños deciden jugar con el pasado.

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La tienda de ropa infantil

De Ramón Castro

 

Dan las ocho y media de la tarde y Sara echa el cierre. No pasaron de cinco los clientes que llegó a contar a lo largo del día. El negocio de ropa infantil no da para más, a pesar de estar en la plaza, frente a la administración de Lotería. Él sí, el lotero no da abasto. Sara se quedó con la tienda de sus padres, de toda la vida. Él, en cambio, se adjudicó la administración. Ese fue el acuerdo. Los niños, así, estarían con los dos y apenas notarían el cambio. Cuando Sara se gira, tras cerrar la puerta, él la está mirando. Lo puede ver, parapetado tras el ojo de buey abierto en el doble cristal que lo separa de los clientes. Solo aprecia sus gafas y esos grandes ojos, mirándola. Como la miraba antes, como lo hizo siempre. Como lo hace todas las tardes, cada vez que expide un billete de la primitiva.

 

Sara camina hacia casa, sabiendo que esos ojos escudriñan su alma, solamente para comprobar que ya lo saben todo de ella. Los niños ya crecieron y se fueron. Cuando vuelven, lo hacen con sus problemas y lo demás son cosas de mamá y papá. Sara piensa a menudo en la suerte y en sus caprichos. Esas gafas que ve tras el ojo de buey se la roban día tras día para regalarla a los abonados del Euromillón. Además de las gafas y de los ojos, Sara ve esa sonrisa horrible.

 

Esta mañana se ha quedado de piedra al mirar por el ojo de buey. La suerte se traspasa y el negocio de Sara, también. Es una famosa franquicia de supermercados la que alquila el local de la vieja tienda de ropa infantil. El encargado, Juan, echa todas las semanas la primitiva justo en la administración que hay enfrente y, cuando llega a casa, le cuenta a su mujer que esta semana sí que toca porque siempre le vende el boleto el lotero más antipático que jamás conoció.

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El paraguas

De Ramón Castro

 

Vicente acaba de salir de casa con su paraguas. De acuerdo con que estamos en mayo, a veintisiete grados, sin nubes y con previsiones de seco. Pero qué sería de Vicente sin su paraguas. Él dice que le ayuda a pensar cuando camina de vuelta, venga de donde venga. Sostenerlo en una de sus manos le ha proporcionado constancia y determinación. Concentrado, en un día soleado, mantenerlo sobre su cabeza ignorando las risas del público, le hace disfrutar de otros mundos, propios, íntimos, alejados de otra forma, cercanos cuando su empeño aprieta con fuerza el mango negro. Vicente confiesa que ve la vida de la manera correcta cuando enfoca los problemas adecuadamente. Y para eso necesita de un paraguas que le proteja de los necios, de los falsos poetas, de los ostentadores de la verdad, de los desagradecidos, de los celosos, de los acomodados, de los sabios que no saben, de los listos que se ven venir, de los manipuladores que extraviaron la llave inglesa, de los que perdieron el pelo mucho después de perder la vergüenza, de los falsos argumentos, de los que aspiran a calar algún día el paraguas de Vicente, a sabiendas de que nada útil los caló a ellos jamás. Por todo eso, Vicente siempre camina con su maravilloso paraguas, venga de donde venga, vaya a donde quiera que vaya.

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El feminismo y el hombre

Estamos ya en la tercera ola y aún hay cierto desinterés por informarse de este movimiento, ya que a pesar de estar muy presente en la actualidad, sigue viéndose de mala manera.

 

No, el feminismo no busca la igualdad entre hombres y mujeres, sino la liberación de la mujer que entre otras muchas cosas, nos nivela en derechos. Nunca ha pretendido equilibrar al hombre, por el hecho de que no está oprimido ni nunca lo ha estado por el patriarcado. Se siente oprimido por los roles sexistas que le quitan su “masculinidad”, es decir, que le comparan con una mujer.

 

El feminismo tampoco es un movimiento hembrista, el hembrismo no existe. El odio hacia los hombres se llama misandria y es una idea individual que no está relacionada con el movimiento feminista. 

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Más periodismo, más espectáculo

De José Manuel Molina

 

Con música de tensión y gran expectación. Así empezaba uno de mis programas informativos favoritos. Un titular impactante ocupaba la pantalla de mi televisión. Sin duda, me encontraba ante una sobredosis de noticias y, parafraseando al director de aquel programa, de periodismo. Periodismo de calidad, por supuesto.

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¡Bienvenidas, chicas!

De Ana Sfasie

 

Desde La Voz del Estudiante, damos la bienvenida al equipo de fútbol femenino de Socuéllamos. Formado apenas hace pocos meses, el equipo ha jugado varios partidos amistosos, en los cuales, a pesar de no tener ninguna victoria, ha demostrado una gran pasión por el deporte y mucha dedicación. 

 

Debido a su reciente formación, las chicas aún no están del todo preparadas para competir. Sin embargo, las veinte jugadoras, cada vez más unidas gracias al trabajo en equipo y la cooperación de todas, se esfuerzan mucho en los entrenamientos para poder mejorar, superando poco a poco los retos que se les presentan para así poder llegar preparadas al siguiente año junto a la nueva liga. 

 

-En mi opinión está muy bien porque estamos más unidas- o - Por un lado, nos gustaría entrenar más. Pero, por otra parte, está bien así, ya que tenemos tiempo para estudiar- son algunos de los comentarios que dichas jugadoras hacen sobre su sistema de entrenamiento y sobre el equipo en general. Éstas sienten gran orgullo al hablar sobre sus logros, que, aunque sean pocos e insignificantes para algunos, les incitan a continuar y no rendirse.

 

Durante los partidos jugados, se podía ver el estadio bastante lleno con familia, amigos y seguidores del equipo que van a animarlo y a apoyarlo en cualquier situación presente. Se pueden escuchar los aplausos cada vez que la portera consigue parar un gol, o los ánimos y vitoreo cuando una de las jugadoras se hace con el balón. Siempre hay algo nuevo que ver, ya que ahora comenzamos a ver el potencial de las chicas.

 

Con el tiempo esperamos que el equipo siga creciendo y vaya haciéndose más fuerte, alcanzando esas metas que, tanto unas jugadoras como otras, se han propuesto. ¡Ánimo! 

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Noches de destierro nocturno

De José Manuel Molina

 

La niebla invadía las calles. Todo estaba oscuro. Caminábamos despacio y aturdidos porque aquel manto blanco tapaba cualquier atisbo de visibilidad. Sólo podíamos percibir el leve resplandor de las luces de Navidad. El silencio era asombroso. Escuchábamos nuestros propios pasos como si un objeto pesado cayera con gran vehemencia al suelo. No hablábamos. El silencio era precioso, no había motivos para hacerlo desaparecer. Disfrutar de aquella paz habría sido inimaginable en otro lugar. Allí había algo mágico, algo especial.

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Las impresoras

De Ramón Castro

 

El lunes dejó de funcionar la impresora y estamos a jueves. Han vuelto a contratar a Paquita, a Consuelo y a María Dolores. Las tres suman la edad del planeta solamente en trienios. Han tomado posiciones esta mañana, echando de su sitio a Miguel. Dicen que ellas se sentaban ahí y que cómo se ha echado a perder todo. Que donde antes cabían tres ahora es el sitio de uno y encima se queja. Nada más sentarse juntas, han tirado el monitor a la papelera, se han descojonado de las fotos chorras que tiene Miguel de sus viajes a Cuba y han colocado sus máquinas de escribir. Miguel ha hecho ademán de acercarse para lanzarles algún que otro improperio y ha resultado herido tras impactar en su cabeza el teléfono antiguo que han traído, junto con las olivetti. Instaladas ya, han comenzado a copiar documentos, facturas, albaranes, notas de entrega, cartas comerciales, los sudokus del conserje, la lista de la compra de la madre de Alberto, el calendario de la Champions, el rencor de los don nadie, las aventuras de Tom Sawyer, para el nene de Damián y hasta los calcetines de Spiderman de la nena de Luis. “A nosotras las impresoras 3D. Amos, amos”, gritaban mientras daban los últimos pespuntes a la máscara del superhéroe.

 

Cuando ha llegado el técnico de la impresora, Lola nos ha llamado y nos ha dicho que nos lo llevemos al bar. A cuenta de la empresa lo de él y lo nuestro. Que ya volvamos mañana. De momento, no interesa arreglar esa máquina, teniendo a estas tres que todo lo copian, todo lo imprimen, todo lo bordan y todo lo fabrican. Dice Ernesto, despechado, que ahora le están imprimiendo un corazón nuevo a Lola. Uno a su medida, suponemos. Aviado va el tal Ernesto. ¡¡¡¡¡¡Pon otra vuelta, Pepe, que paga la empresa!!!!!!

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Efecto Mandela: Controversia a nivel mundial

De Francisco Collado

 

¿Cómo reaccionaría usted si al despertar una mañana, las cosas no fuesen como usted pensaba que eran? De repente, su cepillo de dientes es de un color y forma distinto al que usted pensaba que era. O quizá esos pantalones colgados en su armario no los había visto nunca, o tal vez ese libro sobre su mesita estaba adornado con una portada algo más sobria.

 

Algo parecido le pasó a la bloguera Fiona Broome un buen día de 2013 cuando llegó a sus oídos la noticia de que Nelson Mandela había muerto por problemas pulmonares en un hospital. La señora Broome habría jurado y rejurado que la muerte del señor Mandela se habría producido años antes en la cárcel y recordaba detalles tales como su mujer ya viuda llorando. 

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Juventud política

De José Manuel Molina

 

Había una vez un señor de pelo largo que trajo la ilusión a aquellos que se encontraban vacíos y sin espíritu. Conocía los misterios más sencillos del mundo. En realidad, todos conocíamos aquellos hechos intrigantes, pero necesitábamos a alguien que nos los recordara en voz alta. Eso nos haría sentir mejor. 

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La La Land, o cómo no juzgar un libro por su portada

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Pies

Tengo los pies helados. Deben estar debajo de mis tobillos, porque de alguna manera puedo caminar. Si cierro los ojos, no están. Huyeron esta mañana, justo al bajar de la cama, cuando fui a pisar el suelo. La culpa, de las zapatillas de andar por casa, que han pasado la noche en el zapatero, haciendo el amor con los naúticos de verano, apasionadamente. Los escuché durante horas, hasta que pude quedarme dormido, harto de sus risas y juegos. Mis pies son los que ahora pagan la factura de tanto deseo. Celosos, furiosos, despechados, intentaron abrir la puerta de su nido de amor, sin éxito. Agotados, acabaron tendidos sobre el suelo de la habitación, desnudos y exhaustos. Es tanta su desesperación que no quieren nada. Ni el mejor par de mis calcetines ha podido consolarlos a primera hora. Siguen fríos, a pesar de las bolitas de lana. Los he calzado con unas botas de invierno, que una vez pisaron aposta a uno de los naúticos, al izquierdo, creo. Ni con esas. Mis pies han perdido al amor de su vida y ahora no saben dónde pisar ni cómo.

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Esos maltratados

De Ramón Castro

 

Admiten casi cualquier cosa, siempre que los maltrates. Desde luego, bien cuidados, no valen para lo que son. Lo normal, si abusas de ellos, es que acaben destrozados y que, encima, les eches la culpa de tus desgracias, como cuando las madres legendarias decían aquello de te está bien empleao, no llores que te doy más. De esas ya quedan pocas, las nuestras y alguna que otra que se hartó de moderna. De los padres, mejor no hablar. Me quedo con los de antes y alguno que otro que se hartó de moderno. A lo que iba, que les cabe de tó, que a veces, de un año para otro, te dan alguna sorpresa económica y que, sin ellos, a ver dónde pijo íbamos a meter las llaves, el móvil, la cartera, el ticket del parking, el clic de famobil del niño, la tarjeta del Leroy, la servilleta de los mocos, el inhalador para el asma, la cita con la fisio, el teléfono y dirección del último novio de la niña, el euro con veintisiete que me devolvió el frutero de buena mañana, los kilómetros del próximo cambio de aceite, las gafas de ver de cerca, la tuerca que encaja con los tornillos que tengo que comprar en la ferretería, el muñequito del huevo kinder, la invitación de aquella rubia para la hora feliz del pub de la esquina, el cumpleaños de la mujer, el de los niños, el de la suegra repetido, el tuyo no, que ese te lo sabes, el último recibo del gimnasio y el nick del chat. Hasta ahí, que hace años llevabas las chapas, el trompo, las canicas, los tapones y algún jugador del subbuteo, sin olvidar el pañuelo de los mocos, perenne. Es lo que tienen los bolsillos.

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Moles, Celquisio, Fengaro y Guiperto

De Ramón Castro

 

Moles está de vuelta. Estos días estuvo en casa de Celquisio arreglándole la cocina. No es que Moles sea apañado. Es que, antes de andar por aquí cerrando balances, se ganó la vida instalando encimeras y algún que otro cacerolero, de esos que deslizan tan bien, despacito y sin un ruido. Celquisio sigue viviendo en el mismo apartamento. No se ha cambiado ni mucho menos se ha comprado otro. Pero la semana pasada marchó de casa sin apagar la vitro y cuando volvió de comprar del venticuatro, tenía más de un problema. Moles no dudó en irse con él, no sin antes consultarlo con Fengaro. No puso reparos. Así, pensó Fengaro, descanso de Moles y de sus dietas agresivas basadas en carnes de seres vivos asesinados. Fengaro, vegano sensibilizado con el paradigma del desarrollo sostenible, pudo volver durante una semana a respirar entre verdes, ver rojos tomates, pimientos en asadillo, acariciar esas coles que tanto detesta Moles y comer sin compasión de lo que la madre Tierra nos regala sin pedir nada a cambio. Con Moles tan cerca de Celquisio, no dudó Guiperto en acercarse a ver a Fengaro. Así, con una mano apoyada en el marco de la puerta y la otra en uno de los bolsillos de sus chinos, lució su gran sonrisa, esperando algo más que un pasa de quien fue, durante tantos años, el amor de su vida. Fengaro, aunque lúcido, se encontraba en estadios desconocidos, seguramente por la inusual vuelta a sus costumbres veganas. Extasiados, recordaron, él y Guiperto, viejas recetas donde casi todo menos la sal y el agua estaba prohibido. Respetaron a Madre y bebieron vino durante días, mientras Moles encajaba las guías de las cajoneras al tiempo que escuchaba el chisporroteo de un solomillo apenas pasado por el calor de la nueva vitro que Celquisio había adquirido por ser el último grito en cocinas indestructibles. De esta guisa anduvieron los cuatro, acuchillando carnes y cortando a juliana vegetales que, de haberlos dejado vivos, hubieran traspasado su energía vital de Madre a Animal, para acabar, de un modo u otro, volviendo a ser alimento para una tierra cansada de dar, rotada en barbecho, explotada y pateada, incluso cimentada en los años que fueron del 2000 al 2007. Celquisio ha aparecido hace unos instantes por la oficina. Lleva el uniforme, bonito, limpio, azul. Con esas medallas tan bonitas, parece un marinerito aunque por sus ojos, más bien se adivina un lobo que busca terminar de comerse a Moles mientras Guiperto y Fengaro han pedido unos días de baja para encontrarse de nuevo en el huerto que nunca debieron abandonar.

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Niebla

De Ramón Castro


La niebla los había acompañado durante todo el día. Cada vez que miraban por la ventana, ésta los invitaba a quedarse. De pie, se buscaron a pie de calle, en la terraza del cuarto piso, en medio de aquel paso de peatones o debajo de la marquesina de la línea tres. Se sabían allí, más cerca de lo que pensaban aunque no podían verse. Tal vez, pensó él, no estaban utilizando los sentidos adecuados. La humedad alteraba el tacto y camuflaba los olores. La niebla impedía que sus ojos se encontraran. Fue entonces cuando calló y encontró algo más que el silencio. Halló sus pasos. Los escuchó por primera vez y ya no dejó de sentir su ritmo. Aquellos eran sus tacones, solitarios, juntos, caminando hacia él en mitad de la niebla. Se quedó parado esperándola, intentando adivinar el momento en el que ella estuviera tan cerca que fuera imposible no verla, olerla, tocarla. Apareció de la nada, al tiempo que sus tacones se detenían, haciéndole saber que ella acababa de encontrar lo que buscaba. Al fin, pensó él, nos tenemos delante, después de permanecer medio perdidos en mitad de todo esto. Como la niebla, que deja advertir el sol que ella misma quiere esconder, para que uno sepa que sigue ahí, aunque conseguirlo parezca inalcanzable. No dejaron de mirarse, a pesar de la niebla. Se tocaron sin decirse nada. Podían olerse. Al separarse, él volvió a escuchar sus tacones alejarse, llevándose consigo su olor. Cerró los ojos e imaginó un día sin niebla.

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La educación

De Eme y Ana Sfasie

 

Desde que tenemos uso de razón, nos han educado para que compitamos una competición que, más allá del deseo de conseguir la mejor nota, nos hace creer que determina nuestra valía como persona y hace que olvidemos los verdaderos valores de la vida. Nos inculcan que el respeto y la empatía son primordiales, para luego hacer oídos sordos y hacernos memorizar al menos 16 años de nuestras vidas, como si esta capacidad fuera la única que nos fuera a ayudar a tener un buen futuro. Esto no quiere decir que lo que nos enseñan no sirva para nada, sino que si se supone que somos los más influenciables y nuestra personalidad se basa en lo que vivimos día a día, no deberían desperdiciar unos años tan importantes en dedicarse exclusivamente a impartir un temario que sirve nada más que para una futura carrera. 

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AZAR Y DESTINO: UN ENFOQUE CRÍTICO

De José Miguel Fernández

 

Es frecuente encontrarse personas que creen firmemente que el transcurso de sus vidas o, al menos, ciertos acontecimientos cruciales que marcan un punto de inflexión, están gobernados por el azar o por el destino. Esta actitud parece más propia del pensamiento arcaico-mitológico, alejada del pensamiento científico-racional actual, motivo por el que considero interesante hacer una reflexión crítica sobre ambos conceptos.

 

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Yo sí que sé

De Ramón Castro

 

Aquello tiene que ser una bruja. No acierto a verle los ojos y sé que me moriría de miedo si, de repente, éstos comenzaran a brillar en la oscuridad o se aparecieran encarnados en sangre. Pero es una bruja. Segura estoy. Distingo perfectamente el pico del sombrero, levemente inclinado hacia la derecha. Incluso atino a reconocer varios cabellos rebeldes que asoman por detrás de ese cuello tan horrible. Seguro que tiene una nariz tremenda con una verruga espantosa cubierta con tres o cuatro pelos que podrían arañar a cualquiera. Casi puedo escuchar el aire entrar por esas troneras espesas y silbar al salir de entre sus dientes, largos y grandes, secos y viejos. Está sonriendo. Lo sé por la curva de su barbilla, alejada dos kilómetros de esa boca repugnante por la que no salen más que sapos y culebras. No sé si está sentada o en cuclillas, pero me espera. Sabe que la he descubierto, que la miro disimuladamente. La controlo. Gritaré en cuanto la vea moverse, en cuanto sus manos agarren la escoba que ha dejado apoyada en el armario, bloqueando la puerta para que yo no pueda escapar. Cierro los ojos muy despacio. No quiero que sepa que dejo de vigilarla. Tal vez ahora, cuando vuelva a abrirlos, se haya ido, tal vez se haya movido de su sitio o haya pensado que no merezco tanto esfuerzo, que hay presas más fáciles. Abro primero el ojo derecho, que me coge más a mano. Nada ha cambiado. No aguanto más. Quisiera tener fuerzas para encender la luz y gritarle fuerte pero es rápida, mucho más que yo. Seguro que se abalanzaría sobre mí antes de que alcanzase el interruptor. Mi corazón se acelera y reúno las fuerzas necesarias para gritar. Si lo consigo, sé que saldrá huyendo de aquí porque a las brujas no le gustan los papis ni tampoco las mamis. Solo les gustan las niñas como yo, que por eso está aquí. Sin pensarlo, grito todo lo fuerte que puedo y la luz se enciende. Es tarde ya. La bruja se ha ido, dejando justo en su lugar mi ropa amontonada sobre la silla. ¡Qué hábiles que son! No sé cómo lo hacen pero se montan en esas escobas que parecen un paraguas cerrado y salen pitando dando el cambiazo y dejándonos a los niños por mentirosos o, peor aún, por seres que no paran de imaginar cosas absurdas. Cuando yo sea mayor, las cazaré a todas porque yo sí que sé dónde y cómo aguardan agazapadas las brujas, en las habitaciones de las niñas, a que sea de noche y nada se mueva.

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LA REPERCUSIÓN DEL INTERNET DE LAS COSAS

El “Internet de las Cosas” se podría definir como el fenómeno tecnológico a partir del cual se informatizan (conectados a Internet) todos los objetos cotidianos, permitiéndoles procesar y transmitir información.

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25 DE NOVIEMBRE: DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO

De Ana Sfasie

 

Todos los años, cientos de mujeres mueren en manos de sus parejas y otras muchas sufren el día a día en silencio mientras que los maltratos y el miedo pasan a formar parte de su rutina.

 

En el año 2016, el número de denuncias de violencia de género ha alcanzado las 50.000, un valor que, a pesar de ser notablemente menor que otros años, sigue siendo una cifra muy elevada para la época en la que vivimos. 

 

El día 25 de noviembre está dedicado especialmente a éstas víctimas de la violencia de género, tanto física, psíquica o sexual. Es un día destinado a la lucha para la eliminación de la violencia sobre la mujer y la opresión sobre esta misma. No es normal que, en una sociedad tan avanzada, pensamientos tan anticuados como el de "el hombre es el género superior por lo tanto tiene el derecho a dominar sobre la mujer" siga presente incluso en las nuevas generaciones, por eso mismo, campañas y manifestaciones son realizadas en esta fecha en todos los pueblos y ciudades. En los colegios e institutos entre otros, se dedica un minuto de silencio a las víctimas, los medios de comunicación publican información variada sobre el evento e incluso el gobierno lo promueve. 

Sin embargo, ¿es esto suficiente? Un día al año donde se acentúe esta lucha no basta para ganarla. Con tan solo algunas manifestaciones y unos discursos no se conseguirá una igualdad de género donde la violencia no esté presente. Por desgracia, todo lo que hoy se ha trabajado, mañana será solo palabrería y el mundo lo habrá olvidado, pasará página. 

 

Debido a esto, no solo un día debe ser dedicado a la lucha contra la violencia de género, sino que todos los días tendrían que ser días del esfuerzo para eliminar la violencia sobre las mujeres.

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¿Qué es la Trata de Blancas?

La Trata de Blancas es el comercio ilegal de personas que consiste en el traslado forzoso o por engaño de una o varias víctimas de su lugar de origen, cuya finalidad es explotarlas sexualmente y laboralmente privándolas de libertad (trabajo infantil, adopción ilegal, matrimonio servil, venta de órganos, vientre de alquiler forzado, prostitución, etc.).

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Sobre las calles y sus nombres

De Francisco Collado

 

Últimamente las noticias relacionadas con los polémicos nombres de algunas calles están siendo muy populares en los informativos y telediarios. El principal motivo de las numerosas quejas que han llevado a retirar los nombres de dichas calles de las principales ciudades de España reside en el crudo pasado reciente de la dictadura franquista. La historia de nuestro país no ha estado nunca exenta de polémica y el tema que nos concierne en este texto no es distinto. 

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Palabras encadenadas

De Rocío Moreno

 

Me pareció una idea interesante el preguntarle a distintas personas la primera palabra que se les pasase por la cabeza (palabras en negrita) para así juntar todas y cada una de ellas en un pequeño relato. Y este es el resultado:

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Reposo

De Ramón Castro

 

El calor cesa de repente y la luz desaparece. Apenas unos segundos antes, sentía mi cuerpo quemarse y ahora me ahogo. El bochorno es insoportable. No puedo gritar. El agua que me rodeaba ya no está y lo poco que queda de ella asciende hacia algún sitio que no alcanzo a ver. Todo está oscuro. Mi piel se humedece y mi interior parece disolverse. Todo dentro de mí está mezclado, conjugado, amasado. Pierdo mis constantes vitales. Si alguna vez las tuve, no encuentro mi cabeza ni mis manos. Sigo sin ver. Hinchado, ahora soy de otro color. A ellos, a los cientos de compañeros que me rodean aquí, les ocurre lo mismo. Gritamos agitados por el miedo. Quietos, juntos, unos sobre otros, escucho a algunos buscar a sus amigos. Ya casi no hay aire y del cielo, oscuro, comienzan a caer gotas de agua. Abrasan. De repente, la luz. Respiramos. Sí. Ya pasaron. Somos otros, los mismos pero mejores. Tenemos sabor, cuerpo, olor y una inmensa capacidad para proporcionar placer si vamos en grupo. Ahora lo entiendo. Éramos algo sin vida dentro de una bolsa transparente y tan solo quince minutos han obrado el milagro. Quince minutos de reposo. Ahora somos mucho más que un puñado de cosas. Ahora somos paella.

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Sexismo cotidiano – ¿cuál es el proyecto femenino?

De Sam Hunter

 

Si eres una chica, probablemente has recibido gestos y comentarios en la calle por hombres sobre cosas como tu cuerpo, lo que llevas puesto, o a lo mejor acosos como ser seguida hasta tu casa o ser molestada físicamente, tal como rozarte el brazo o, más aun, toquetear.  

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Las palabras permanecen, y los hechos desaparecen

De  José Manuel Molina 

 

Sorprende ver la actuación de los medios de comunicación y de algunos periodistas durante estas últimas semanas. Sin duda, la noticia más destacada de estos días ha sido la victoria de Donald Trump.  Todos los medios han comentado la victoria del multimillonario con grandes dosis de crítica y opinión. La mayoría de los telediarios y periódicos europeos realizaron una campaña de bombardeo contra el actual presidente electo de los Estados Unidos. Pero lo que realmente sorprende es el miedo que han manifestado algunos ante las declaraciones del magnate multimillonario. La preocupación emergida por los grandes titulares sensacionalistas de los periódicos deja ver el miedo que algunos tienen a las formas de Donald Trump. Unas formas que se basan una serie de actuaciones, descaros y, sobre todo, palabras. 

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¿Qué es el feminismo?

De Eme y Celia Medina

 

El feminismo es un movimiento social y político que se inició oficialmente a finales del siglo XVIII, cuya finalidad es buscar una igualdad de derechos entre el hombre y la mujer, cuestionando la asignación de roles sociales según el género y haciendo lo necesario para terminar con la dominación y violencia del hombre sobre la mujer. Gracias a este movimiento, entre otros muchos derechos, se pudo conseguir el voto femenino, que fue aprobado por las Naciones Unidas el 7 de Julio de 1954, tras años de protesta sufragista. ¿Por qué “feminismo” y no “igualitarismo”? Todo movimiento que luchó por la igualdad lo hizo partiendo de una condición concreta de desigualdad, y en su nombre se notaba cuál era la estrategia para pasar a la igualdad. Los que lucharon para que nadie fuese esclavo se autodenominaron “abolicionistas”, indicando que el camino para esa igualdad era abolir la esclavitud. “Feminismo” expresa que el camino concreto para la igualdad de derechos y oportunidades entre los sexos, es nivelar para arriba la situación de las mujeres. Qué es una “feminazi” y qué es una “hembrista” El término “feminazi” empezó a utilizarse por antifeministas a principios de los años 90, para referirse a las mujeres que defendían el derecho al aborto. Después, amplió su significado para incluir a un supuesto grupo de mujeres que se creían superiores al hombre. “Hembrista” es usado para referirse al desprecio de las mujeres hacia los hombres, y como “feminazi”, también se utiliza para nombran a ese supuesto grupo de mujeres que se creen superiores a los hombres.

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Ojos

De Ramón Castro

 

La cena no le había sentado bien. Pensó que quizá descansar en el sofá antes de subir a la cama le aliviaría pero termina despertándose a las dos de la madrugada. Está helado y un terrible ardor asciende intensamente por su pecho, desde el estómago. El sudor frío le provoca náuseas. Intenta moverse pero no puede. Tampoco escucha la televisión. Quiere apagarla aunque el mando a distancia no funciona. Inspira profundamente con la intención de introducir en su cuerpo algo de aire fresco que lo alivie. La tele se apaga sola, o eso le parece. A oscuras, escucha una melodía entrecortada. Cuando cesa, advierte que su ritmo cardíaco se ha acelerado. Es consciente de su respiración, arrítmica e intensa. Las náuseas siguen ahí, como la imposibilidad de moverse. A su izquierda, la puerta del salón se abre, volviendo a escuchar esa música, ahora más cerca. Su volumen aumenta al ritmo de unos pasos que se dirigen hacia él. Se detienen justo en la puerta. La melodía parece transformarse en un mensaje extraño que no termina de entender. Apenas puede ver. Gira su cabeza hacia la puerta. Quiere gritar, despertar si resulta finalmente que es un mal sueño. Su mirada, fija en el umbral, es incapaz de distinguir nada. El silencio se rompe cuando escucha una voz, justo al otro lado, a su derecha, sobre su nuca. Lentamente, se vuelve hacia ella, sintiendo en ese instante cómo se le escapa la vida. La ve irse de entre sus manos, sin que pueda retenerla. Y esos ojos delante de él. No hay boca, ni cara, ni siquiera una expresión. Solo unos ojos, fijos en él, que lo traspasan mientras él desesperado quiere gritar por lo que se aleja. Vuelve la melodía, la escucha al fondo, recorriendo el pasillo con su vida enredada en el sonido. Vuelve la luz y la señal de la televisión. La puerta del salón se cierra y los ojos desaparecen. Él se queda únicamente con su cuerpo helado y la mirada descarnada, de la que arrancaron la imagen de aquello que lo mató.

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El chaleco

De Ramón Castro

 

Tengo un chaleco marrón en el armario. Estaba escondido. Es que es tímido y tiene vergüenza. Se sabe pasado de moda y no quiere llamar la atención bajo ninguna circunstancia. Así, ordenando las perchas, corriéndolas violentamente de un lado a otro, la dinámica del Universo ha querido que todo se detenga para que él y yo volviéramos a mirarnos de frente. No me atrevo a escribir lo que he sentido al ver esas hebillas y creo haber oído un alarido por su parte al reconocerme, veinte años después. Cuánto tiempo, compañero. Te recuerdo protegiendo una camisa blanca, conjuntado con mis vaqueros de la suerte, sin perder jamás el optimismo ante aquellas noches de Código y Archie, que finalmente resultaban desiertas de carmín y repletas de abrazos que aún se sienten de lo intensos que fueron. Te recuerdo, con pudor, acompañando a mis calzoncillos mientras gritabas un por Dios que alguien acueste a mi dueño, por favor , un placaje para que deje de bailar de esa forma. Hoy tengo que decirte que te reconozco, pues me trajiste de vuelta, más que recuerdos, vivencias. Señor chaleco. Marrón, de toda la vida.

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Reflexión de un mundo contradictorio

De José Manuel Molina

 

Llegó final de curso y la tranquilidad por la ausencia de deberes, trabajos y pruebas académicas invade mi escritorio que hace un par de semanas estaba repleto de apuntes y fechas de exámenes. El verano llega y el deseo de descansar es por fin una realidad. Se interponen en mi mente numerosos libros, artículos, películas, documentales y proyectos para realizar en esta etapa vacacional. Ya he cumplido uno de mis primeros planes. Hace algo más de un mes compré dos libros: “Misericordia” y “Un mundo feliz”. El primero leído por imposición, esto anuló cualquier posibilidad de disfrutar de la lectura. Por el contrario, el segundo leído por interés. El interés inocente por la lectura de este libro me introdujo en una historia que me haría caer en una profunda reflexión. Esta reflexión surge ante la necesidad de comparar la sociedad futurista que describe con gran precisión el autor Aldous Huxley, con la sociedad que me rodea.

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La maleta

De Ramón Castro

 

Mientras la revisa, no deja de pensar en lo de ayer. Quizá fue premeditado por su parte, tal vez debía suceder o, simplemente, todo estaba a punto de estallar. Sea como fuere, cuando cruzara esa puerta, ya no volvería más. En ella, se llevaba ahora muchas más cosas de las que trajo y, sin embargo, tenía la sensación de que se dejaba hasta la vida en aquella casa. Miró en la cocina y encontró todas sus recetas, llenas de secretos; en el baño todas sus toallas, todos sus olores; en el salón, un montón de besos y en el dormitorio, caricias entre los cajones de la cómoda. Apenas pudo cerrarla. Llena de aquello que no le servía, dejó tras de sí la suma de aquellas cosas que importan y que no caben en una maleta de vuelta.

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Celebra la vida

De Andrea Marinela 


Celebra la vida.


Que mas da lo que piensen..

Que mas da lo que digan...

De ti no te averguences...

Tienes una virtud:

Eres diferente.

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La polaridad de los esquemas mentales

De Jesús García

 

Subía por las escaleras como una pequeña mota de polvo que deambula entre la tela de las cortinas, con paso lento, casi podía levitar. Llegó a la cima de aquel pesado, pero fructuoso viaje, y se dispuso a encadenar ese esfuerzo titánico que había hecho al recorrer las escaleras, con otro: encontrar su habitación en medio de la oscuridad.

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En el espejo

 De Ramón Castro

 

Para cuando terminó de leer la novela, rondaban las dos de la tarde. Se dio cuenta, al cerrar el libro, del silencio en el que llevaba inmersa durante cuatro horas. Además, hacía frío. Pudo advertir cómo sus manos se habían quedado heladas, no así el resto de su cuerpo, cubierto por la manta del sofá. Lo cierto es que no podía moverse. Estaba aterrada. Lo tenía delante, mirándola fijamente a los ojos, esperando de ella lo que todo el mundo le negaba desde su adolescencia. Su expresión, agresiva, la hacía temblar. Los minutos transcurrieron sin que él mediara palabra. Únicamente la miraba pasándose el cuchillo de una mano a la otra. Hasta que paró. Lo dejó en la mesa, lejos de su alcance. Se inclinó hacia ella mientras le solicitaba silencio llevándose el dedo índice a sus labios. Con la otra mano, le arrancó de un tirón el trozo de cinta americana que la amordazaba. Atada de pies y manos, con la libertad suficiente como para seguir sosteniendo el libro, ella lloraba sin poder ni siquiera decir no me mates.

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Llámalo bachillerato

Aportación: Andrea Marinela


De Marta Linares


Hoy vengo a hablar del bachillerato. Sin diferencia de modalidad alguna, tanto científico, como humanístico y social o el de artes. 

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Mujeres para la historia: HIPATIA DE ALEJANDRÍA

(Adaptación por Rosa Zafra de su Biografía obtenida en www.batanga.con/curiosidades)

 

Aunque penséis que las contribuciones a las ciencias y a la cultura, por parte de las mujeres, es cosa del siglo XX o XXI, no es así…si buceamos en la historia, la más oculta, la que solo podemos conocer si hacemos una labor de investigación. Hay ya muchos blogs y páginas web que nos permiten conocerlas…Hoy os acerco a Hipatia una importante matemática que vivió entre los siglos IV y V a. C; no podemos afirmar que se trata de la primera mujer científica porque poco sabemos de las actividades de las mujeres en aquella época, es la más conocida por ser  hija de un filósofo, matemático y astrónomo y sobre todo por las cartas entre ella y Sinesio de Cirene, que terminó siendo obispo. Además ella es la protagonista de la película Ágora de Alejandro Amenabar.

 

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De cómo terminan las cosas

De Ramón Castro

 

Sentado frente a ella, viaja hacia atrás en el tiempo. Es así como se siente cómodo y no con lo de ahora. Sus dedos aún son lo suficientemente vigorosos como para no desfallecer ante el incesante tecleo al que los somete, letra a letra. Palabra tras palabra, las encadena fácilmente mientras va encorvándose sobre el pesado carro hasta percibir el olor a tinta que desprende el carrete en su ir y venir, desplazando la cinta bicolor sobre las que impactan los tipos. Teclear cada vez a un ritmo mayor exprime su imaginación, extrayendo de ella nuevas formas de decir lo mismo y de contar lo diferente con unas pocas palabras. Lo hace de manera vertiginosa, tratando de averiguar exactamente cuándo sonará el timbre marginal, que avisa que ha llegado al borde del papel y que debe volver a empujar la palanca de carro libre hasta el fondo, conteniendo la respiración para evitar la fuga de ideas, sostenidas en esos precisos segundos por hilos invisibles, frágiles. Atrás queda el comienzo, cuando colocaba milimétricamente la hoja sobre un rodillo deslizante, a veces caprichoso, hasta el momento de fijarlo y sostener el papel con la varilla fijadora; preludio de todo aquello.

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Grandes pensadores: Karl Marx

 

Aportación : José Manuel Molina

 

Fuente: biografíasyvidas.com

(Tréveris, Prusia occidental, 1818 - Londres, 1883) Pensador socialista y activista revolucionario de origen alemán. Raramente la obra de un filósofo ha tenido tan vastas y tangibles consecuencias históricas como la de Karl Marx: desde la Revolución rusa de 1917, y hasta la caída del muro de Berlín en 1989, la mitad de la humanidad vivió bajo regímenes políticos que se declararon herederos de su pensamiento. Contra lo que pudiera parecer, el fracaso y derrumbamiento del bloque comunista no habla en contra de Marx, sino contra ciertas interpretaciones de su obra y contra la praxis revolucionaria de líderes que el filósofo no llegó a conocer, y de los que en cierto modo se desligó proféticamente al afirmar que él no era marxista.

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Te invito a que cierres los ojos

De José Manuel Molina

 

Estás tomándote una taza de té y oyes un ruido en la habitación de al lado. Parece como si un objeto pesado se hubiera caído al suelo de forma violenta. Decides levantarte del sillón e ir a ver qué ha ocurrido. Abres la puerta poco a poco y observas que no ha pasado nada, que todo está normal. Tal vez haya sido tu imaginación o tus ganas de que ocurra algo que llevas esperando toda la vida. 

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El buscador de historias

De Ramón Castro

 

Le encanta eso de quedarse solo con sus pensamientos. Pero con gente. No hay mejor soledad que la que vives acompañada de desconocidos. Por esa misma razón se sentía a un lado del mundo cuando, en mitad de un bar atestado, él se refugiaba en sus pensamientos, forjados por decenas de conversaciones ajenas. A veces eran cuestiones banales, otras de importancia vital. Sea como fuere, encontraba el raciocinio entre los acordes de Coldplay y las quejas de cualquier fulano despechado por el último amor que se le escapó; irremediablemente.

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La cortadora de césped

De Ramón Castro

 

Mercedes vive en el campo. Se mudó en el dos mil siete y, desde entonces, disfruta de piscina y verde césped. No le hace falta nadie, ni siquiera un jardinero que corte los setos o mantenga vivos los tonos de las macetas. Ella misma se encargó de pintar de azulete el zócalo que acoge geranios y rosales y se cuidó mucho de instalar un programador que hace las veces de marido cansino a la hora de regar. Dos pastillas diarias de cloro y un chorrito de antialgas mantienen las aguas cristalinas del vaso central que preside el jardín. Eso sí, una vez a la semana, mide el ph y, si es necesario, lo corrige con las gotitas adecuadas. La máquina cortacésped se averió en el dos mil diez, así que es Chema quien se lo presta. No le cuesta mucho porque vive al lado y cada vez que lo trae vuelve a explicarle su funcionamiento. Chema es un hombre apuesto y generoso pero Mercedes no ha querido traspasar la línea que hay más allá del aparato a gasolina que ensordece al vecindario una vez al mes. A Chema, en cambio, sí que le gustaría.

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Mujeres para la historia: Rosa Parks

Aportación: Rosa Zafra

 

Fuente: biografiasyvidas.com

 

 (Rosa Louise Parks, Tuskegee, Alabama, 1913) Fue la más conocida defensora de los derechos civiles estadounidense. Hija de un carpintero y de una maestra, Rosa Louise McCauley (éste es su nombre de soltera) cursó estudios en la escuela industrial Montgomery Industrial School for Girls y en el colegio para maestros Alabama State Teachers College. Finalizados sus estudios, Rosa se casó con Raymond Parks (de quien toma su apellido según las leyes estadounidenses)

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Tulo

De Ramón Castro

 

Tulo es el nombre de mi perro. No lo veo desde que se marchó a buscar el pan. Preocupada, fui a buscarlo al despacho y fue entonces cuando José, con las manos cubiertas de harina, me dijo que por allí no había pasado Tulo. Algo ocurría, por tanto, en los escasos tres minutos que dura el trayecto de casa al negocio de José. Volví sobre mis pasos, mirando al suelo en busca de algún indicio, sin atisbar ninguno. Deambulé por las calles contiguas, pregunté a mis vecinas y también a los chicos que se dirigían de mala gana al instituto. Nadie parecía haberlo visto. Mi perro Tulo había sido secuestrado.

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Lo que cuentan

De Ramón Castro

Los hay de muchas formas. Todos tienen algo en común. Se fabrican cerca del corazón, al llenarse los pulmones de aire. Una vez éstos no pueden expandirse más, comienzan a producirse a ritmos variables. Hay algunos que duele escucharlos; otros en cambio son tan aduladores. También están aquellos que logran desquiciarte o los que te inducen a pensar cosas que no son. Sea como sea, los suspiros tienen tantos padres como sentimientos, que por algo han estado muy dentro de nosotros, aunque sin duda lo mejor de ellos es cómo cuentan a los demás qué vemos, pensamos, amamos, odiamos, detestamos, admiramos, soñamos y, sobre todo, imaginamos.

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¡No te rindas!

De Laura Marchante

 

No te rindas, aunque el aire te falte, aunque no encuentres ningún motivo para seguir.

 

No te rindas, porque el rendirse significa perder.

 

No te rindas, porque todos tenemos algo a lo que aferrarnos ya sea al amor o algún misterio por descubrir.

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¿Qué te sugiere la palabra “droga”?

De Roberto Carrión

 

“La droga” no es solo  la sustancia que puede modificar tu pensamiento, tus sensaciones y tus emociones cuando la consumes. La droga no es simplemente eso. 

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El Big Mac con olor a naranja y sabor a libro nuevo

De Jesús García

 

- Son cinco con cincuenta, caballero. Señor, ¿me está escuchando? Son cinco con cincuenta.

 

 - Ah sí, lo siento. 

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No te buscaba y tampoco quería verte

De Jesús García 

 

No te buscaba y tampoco quería verte.

La sonrisa de mi cara,

 permanecía desdibujada antes de conocerte.

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Bigote

De Ramón Castro

 

Antonio es de bigote abusón. Es lo primero que miras cuando hablas con él y mientras lo escuchas puedes ver a las palabras bailar entre las canas de semejante felpudo. Si fuera rubio, pensaría que de su nariz cuelga un pincel sin estrenar, con sus cerdas pefectamente alineadas, tan suaves y acogedoras. Pero es blanco inmaculado y va a juego con el poco pelo que le ronda por la cabeza. Bien pareciera que los cabellos, algún día, decidieron deslizarse desde esa calva arisca, para salvar unas narices escarpadas que, lejos de anunciar el mismo infierno, guardaban tras su cima un valle nevado en el que olvidar aquellos tiempos de agresivos champús y lociones anticaída.

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VIVE EL MOMENTO

De Laura Marchante

 

Muchas veces pensamos que la solución a todos los problemas es huir, rendirte o incluso dejarlos para ti mismo por el simple motivo de que todo es mucho más sencillo. Pero no pensamos en las consecuencias que esto puede ser para nuestros amigos, nuestra familia...Los cuales nos ven todos los días sufrir.

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El crimen de las tres bolsas (caso resuelto)

De Ramón Castro

 

Lo había conocido en la oficina. Había llegado durante la campaña pasada y, tras unos meses a prueba, la dirección decidió que continuara. Fue entonces cuando se conocieron. Se gustaron desde el primer día, tras las primeras palabras que intercambiaron. Un mes más tarde, eran oficialmente novios.

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Tres bolsas y dos sospechosos

De Ramón Castro

 

A medida que transcurren las horas, se siente peor. Los nervios se apoderaban de su razón tras cometer el crimen y poco a poco es consciente de que todo lo planeado se viene abajo. Primero, Lucas, el vecino jubilado del tercero, que no se marcha a dormir a casa de su hija como de costumbre y ve cómo arrastra las bolsas donde bajaba el cadáver a trozos hasta el coche. Después, el maldito mando de la cochera, que se quedaba sin pilas y hacía necesario abrir la puerta manualmente, despertando al resto del bloque.

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Pianista y... ¡Youtuber!

 

 

De Natalia Belmar

 

Ángela Belmar, una joven socuellamina de 18 años que aspira a ser pianista, se ha unido a Youtube, una red social destinada a subir vídeos de cualquier temática. 

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Bodas, comuniones y entierros.

De Ramón Castro

 

Llega el fin de semana y la oficina parece la misma T4 un 23 de diciembre. Todos los viernes, por ejemplo, Elías viene con el bocadillo hecho de casa. Dice que se lo come en el coche, de camino a su pueblo, mientras conduce. Así no pierde ni un segundo mientras deja atrás esta maldita ciudad que tanto le disgusta y en la que se siente forastero las veinticuatro horas del día.

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Juan y los boxeadores

De Ramón Castro


Juan es Juan. A secas. Su padre tenía el segundo nombre de Francisco. Su abuelo siempre fue conocido como Juan Luis. Su tío más querido, Juan Ramón. Pero Juan, el Juan que está sentado delante de ella, es sencillamente Juan. Sostiene en la mano un poleo menta que acaban de servirle en la cafetería mientras escucha las razones de Luisa. Ella habla apresuradamente. No puedo oírla desde aquí, no porque me halle demasiado lejos sino porque no puedo abstraerme del timbre de voz de Sara, que no se cansa de hablar nunca. Juan mantiene su mirada fija en los labios de Luisa y, a medida que va acumulando palabras, su cuerpo se va encogiendo poco a poco, como lo hace un boxeador contra las cuerdas, con su espalda arqueada, con los brazos protegiendo su pecho. En mitad de todo, puede verse escapar el calor de la taza que aún mantiene entre sus manos.


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Microcuentos

De Laura Marchante


Y decidí caminar hacia el olvido, porque era menos doloroso que desaparecer.


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El vestido perfecto

De Ramón Castro


Me gustan las de Isabel. Me di cuenta ayer, mientras la miraba desde mi mesa. Estaba repasando unos informes sin mucho interés y, de pronto, sucedió. Me fijé en ellas y ya no he podido olvidarlas. Eso sí, las he mirado un montón de veces más desde ese momento. Hace un rato casi me pilla y creo que anda un poco mosca, así que me iré a tomar el café con Luis, a ver si se me pasa un poco.

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Un pobre friqui, un chico rarito

De Mónico Muñoz 

 

—Hijo, esta tarde tampoco vamos a poder ir a buscarte al salir de clase.

 

Las palabras de mi padre cayeron sobre mí como un jarro de agua fría. Pero, claro, él no sabía nada. Ni se lo imaginaba. Ni mi madre tampoco. Ni querrían saberlo, probablemente.

 

—Te viene bien andar, y así aprovechas para estar un rato con tus amigos.

 

 

Siempre lo mismo. Es verdad que me venía bien andar, a ver si conseguía bajar unos kilitos y dejaba de ser de una vez el gordito de la clase. Pero lo de los amigos… ¿qué amigos?

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Eso no se tira

De Ramón Castro

Tengo un flexo con historia. Lleva entre mis pertenencias muchos más años de los que puedo recordar. Es negro y está bastante dañado. Su depreciación ha sido sistemática y cumple con todos los tópicos. Es una depreciación física, funcional y económica. Lo de físico es evidente. Las heridas de guerra que muestra su cuerpo fueron infligidas bajo condiciones inhumanas y siempre en situaciones de alta presión. Han sido horas intentando arrojar luz sobre apuntes y temas que nunca llegaban a estar preparados por completo. Varias veces se bañó en café con leche, caliente. En otra ocasión, la impotencia del estudiante nocturno que lo usaba provocó que fuera doblado hasta el límite, perdiendo parte de su elasticidad y quedando sus giros de luz limitados. Allí comenzó su depreciación funcional, más o menos compensada por el último cambio de bombilla realizado. Le puse una lámpara LED y ahora es un viejo flexo con una de sus partes renovadas. Maquillaje nada más, similar al cuarentón que luce camiseta con el boquerón de Enemigos. Ay, los enemigos. Grandes.


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Memorias de una Sociedad 1

De José Manuel Molina


Somos impulsivos, relajados, inquietos, pasivos, tiernos, crueles, humildes, arrogantes. Porque somos eso, somos contradicción. Una parte nos dice hazlo, otra nos dice no. 

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La pelota roja

De Ramón Castro


Hay una pelota roja a un lado de la calle. Lleva ahí desde ayer tarde y ya no luce como cuando la ví llegar rodando, empujada por el aire éste que nos va a volver locos cualquier día. Pensé que se la habrían llevado los críos que andaban jugando hace un momento, pero no. Ahí sigue la pobre. En fin, alguien terminará cogiéndola, digo yo.

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¿Un futuro sin vida privada?

De José Manuel Molina

 

 

La falta de privacidad es uno de los principales problemas que nos encontramos hoy en día. Este problema, causado por la globalización y la expansión de las telecomunicaciones, ha generado cierta preocupación en la sociedad, ante la posibilidad de que ciertas entidades u organismos tengan acceso a los datos de los usuarios de forma rápida y sencilla.

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Microcuentos

De Rocío Moreno

 

-Quiso conquistar el mundo. Pero el tiempo vuela y ella carecía de alas.

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De repente, el olvido

De Ramón Castro

 

Marcos ha olvidado ciertas palabras. No sabe cómo ocurrió ni conoce el porqué de esta desgracia. Fue así, de pronto. Y no es que él nos lo haya contado porque “de pronto” fue la primera palabra que olvidó, y es que cosas así no suelen pasar poquito a poco sino de golpe, de repente. Que, dicho sea de paso, también es otra palabra que ya no pronuncia. “De repente”. Así que lleva días sin salir de su cama, atrapado en una inercia miserable que lo mantiene entre las sábanas sin que, de repente, le entren ganas de levantarse, de desayunar, de ver a los amigos, de ser amable con su hermana, por una vez. Nada. Lo llamas y no te contesta porque también olvidó el carácter y significado de la palabra “respuesta”. El pobre Marcos, acostado y vegetal, emparedado como una milhoja sin que nadie pueda rescatarlo.

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Otro día más

 De José Manuel Molina

 

Me levanto y voy a la cocina. El desayuno está preparado y tiene una pinta deliciosa. Papá y mamá han hecho tortitas con sirope de caramelo. Mis hermanas acaban de despertarse. Las dos lucen un cabello precioso. Sin duda, son la envidia de todo mi barrio. Mis padres suben al piso de arriba. Comentan que nos tienen preparada una sorpresa a mis hermanos y a mí. ¡Que intriga! Estoy ansioso por saberlo. Una de mis hermanas, no recuerdo cuál, me pregunta:  

—¿qué tal has dormido? 

—Genial. Conseguí conciliar el sueño enseguida gracias al sonido relajante de las olas del mar. —contesté.

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